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Relación de ayuda e Inteligencia Espiritual (José Herrador Alonso)

La autenticidad no significa que haya que comunicar todos los sentimientos al ayudado. Es preciso un sano y equilibrado discernimiento, guiado por el deseo de hacer crecer la relación y no por las propias resistencias (Kübler-Ross)

En nuestra comunidad de práctica de Inteligencia Espiritual estamos tratando de entender qué es la IE y cómo integrarla en los saberes del consultor de DO. En este proceso de análisis, debates y compartir lecturas y aprendizajes nos ha surgido el modelo de ·relación de ayuda” como una de las competencias importantes del consultor, estrechamente ligada a la IE. Con esta entrada quiero aportar algunas ideas que amplíen esta importante capacidad que deben dominar nuestros consultores organizacionales.

¿Qué es la “relación de ayuda”?: En las distintas lecturas que he encontrado se la define como “caminar juntos” (ayudante y ayudado, consultor y equipo, consultor y organización). Este “caminar juntos” expresa la naturaleza y dimensión de confianza entre ambos. El que acompaña pone su experiencia al servicio de la persona acompañada sin ocultar sus límites, la riqueza de su propia competencia  sin hacer de ella un absoluto. El acompañante y acompañado escrutan juntos los signos indicadores de la buena dirección compartiendo miedos, ansias y esperanzas.

El objetivo es aumentar la capacidad de relación con los otros y consigo mismo (Inteligencia interpersonal, inteligencia intrapersonal e inteligencia  emocional).  Esta capacidad compleja está constituida por tres elementos conectados entre sí: Conjunto de conocimientos: saber, capacidad de utilizarlos en la práctica: saber hacer, una serie de actitudes: saber ser.



El proceso a seguir para que sea eficaz debe ser centrado en la persona  como una totalidad y no sólo en el problema o patología.  Esto es lo que siempre ha perseguido la “pedagogía sistémica”. El riesgo de centrarse en el problema es separarse de la realidad subjetiva del ayudado. Esto es aplicable a las personas como tales, a equipos y organizaciones. El acompañante invita a su cliente a la autoexploración del problema, su autocomprensión y desde luego tiene que culminar en acciones de cambio (conductas observables de mejora).

En este proceso es crítica la actitud del acompañante. Según C. Rogers. esta actitud requiere empatía y escucha activa para entender las expectativas del acompañado, respuestas empáticas,  aceptación incondicional mutua y confrontando la autenticidad de dicha relación. Rogers afirma sobre esta actitud: “He descubierto que cuanto más auténtico puedo ser en la relación tanto más útil resulta esta última. Esto significa que tengo que tener presentes mis propios sentimientos y no ofrecer una fachada externa, adoptando una actitud distinta de la que surge en un nivel más profundo o inconsciente. Ser auténtico implica también la voluntad de ser y expresar, a través de mis palabras y mi conducta, los diversos sentimientos y actitudes que existen en mí.  Sólo mostrándome tal como soy puedo lograr que la otra persona busque con éxito su propia autenticidad”.

 Si el acompañante es capaz de generar este proceso,  el acompañado va a integrar sus expectativas en la dinámica y confiará en la ayuda que le ofrece su acompañante, sin generar dependencia del mismo, ya que el objetivo es impulsar la capacidad de autoayudarse.

Los adultos y las organizaciones aprenden mejor cuando ellos mismos se encargan del aprendizaje. Ahora a esta orientación se la llama “neurodidáctica”.  Hacerse cargo del aprendizaje es hacerse cargo de la propia vida. Rogers sugiere: “El único aprendizaje que puede influir significativamente sobre la conducta es el que el individuo descubre e incorpora sobre sí mismo. Y apostilla: “Si puedo crear un cierto tipo de relación, la otra persona descubrirá en sí misma la capacidad de utilizarla para su propia maduración, y de esa manera se producirá el cambio y el desarrollo individual”

Un refuerzo y condición necesaria a la calidad del proceso es la actitud cordial en la relación de ayuda. Es afecto que se traduce en bondad, afabilidad, gentileza, amor por el otro. El otro tiene que sentirlo gracias a las actitudes y lenguajes verbales y no verbales.

Al comienzo de este último máster de Consultoría de Procesos de DO integramos la actividad de apoyo a los alumnos del máster para buscar un mayor crecimiento personal y profesional. Ha sido un proceso difícil y valioso para todos del cual seguro que hemos aprendido todos de todos.  Aprender a integrar el modelo rogeriano descrito en su libro “El proceso de convertirse en persona” es un reto que evaluaremos, espero, en el próximo congreso de nuestra Asociación DHO, mejorando el proceso y la participación  en el siguiente máster.

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