Columna publicada en La Prensa Gráfica
4 de diciembre de 2017
Siendo la transparencia una de las apuestas de organizaciones que quieren reforzar sus vínculos con las personas que las componen (transparencia interna) y la sociedad en la que están presentes (transparencia externa), se hace necesario que realicen ejercicios de reflexión sobre aquello que les motiva en el camino hacia la transparencia. No hacerlo puede convertir un genuino, original y valioso esfuerzo en una experiencia de retórica frustrante. Porque la transparencia ni es ni se basa en el uso de determinadas herramientas o procedimientos, por necesarios que sean. Tampoco es una cuestión meramente estética; por el contrario, es una apuesta ética. Ética organizacional que acepta, como base, que la transparencia empodera, genera confianza y abre posibilidades para que las personas y organizaciones crezcan.
Fundamentar en una organización el tránsito hacia la transparencia supone hacerse preguntas como: ¿cuál es la necesidad para avanzar hacia la transparencia?, ¿se siente realmente la necesidad de ser transparentes y dar cuentas?, ¿para quién la transparencia es una necesidad?, ¿la organización y las personas, qué beneficio sacan con la transparencia?, ¿qué es lo que transforma internamente la transparencia?, ¿qué es lo que se debe transparentar, hacer transparente, trasmitir y hacer ver?
En muchas ocasiones las organizaciones no son transparentes no por maldad o deseo de generar engaño, sino porque no saben qué enseñar y para qué enseñar, porque no han madurado y fundamentado la necesidad de transparencia, sus beneficios y el valor que les aporta tanto interna como externamente. Afrontar de cara este reto es una apuesta por la competencia, sinceridad y credibilidad que también está relacionada con un modelo y sistema de gestión desde la ética de las organizaciones: la importancia de las personas en las organizaciones, el valor de su implicación y la participación, la apuesta por una gobernanza diferente, la asunción de responsabilidad por lo que pasa…
La transparencia no es estética ni retórica. Son acciones concretas y efectivas de transparencia.
Eduardo Escobés, coach, consultor y formador
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