El pasado 5 de octubre se celebró en Valladolid un sencillo pero sincero homenaje a uno de mis maestros más queridos, Juanjo Lacasta. En realidad fue una refrescante reunión de amigos alrededor de un amigo común y al que debemos muchos aprendizajes y no sólo académicos.
La organización me pidió si yo podría hacer una pequeña intervención sobre la relación de las dinámicas familiares y el desarrollo organizacional... pero cuando se fue acercando la fecha yo no lo acababa de ver pues el acto era muy informal y sobre todo porque a Juanjo lo asocio a otras muchas cosas. Vamos, que me salté la formalidad, como es costumbre mía muy habitual.
Entonces pensé en lo que yo he aprendido de Juanjo y ahí aparecieron las metáforas, el humor, poner el valor en el proceso, en dinamizar y que no lo parezca, en saber dosificar, en no depender,una pizca de provocación... tantos tesoros...
Ya llegaba el tren a Valladolid y yo sin ponencia. A veces la improvisación es una habilidad y una imprudencia...
Entonces recuperé el recuerdo de una antigua conversación sobre el hecho cultural de ir de paella, algo muy de mi tierra, algo que implica grupo, proceso, una reunión llena de simbolos... ¡pues ya estaba!. Ese iba a ser mi regalo -homenaje a Juanjo.
Luego hubo que vencer el temor de que a uno lo acaben identificando con la frivolidad pero bueno peor sería que a uno lo identificaran con un positivista. Miedo vencido.
En fin, la charla en la que encontramos un paralelismo entre el D.O y la Paella quedó divertida y vi que Juanjo lo disfrutó. Misión cumplida.
Para mi asombro se grabó en video y hasta acabó colgada en youtube...
Enseñanza: Nunca sabes dónde están las puertas que llevan a los demás. Pero si haces sonreír ya llevas ventaja. ¿Verdad Juanjo?.